Wednesday, October 18, 2006

¡¡MAESTRO NICOLÁS, MAESTRO NICOLÁS!!

El re-pasado (¡qué pedo se agarró el hijo de puta!)fin de semana (viernes 6 y sábado 7 de octubre), fue dominado por los festivales, eventos y “demáses”, de los cuales la murga fue partícipe.
El viernes, Después te Aviso (D.T.A.) trasladó su ensayo habitual de la Asociación Cristiana de Jóvenes (A.C.J.) hacia Villa Española (Carreras Nacionales y Calamet). El lugar de ensayo fue un tanto rústico, fue en el lugar en donde trabaja el padre de Nicolás. Lo que motivó a ensayar allí fue el hecho de que a eso de las 24:00 horas, D.T.A. tenía un festival de la Murga Joven La Bufonada en el club Las Acacias (vamo’ el Bolso), ubicado en la concha de la lora, a pasitos del culo del mundo. Del ensayo no hay mucho para rescatar a no ser el flor de cagazo que reinaba en el ambiente del mismo, debido a que (sin ofender a ningún Villa-Españoleño) no era una de las mejores zonas de nuestro Montevideo “tan querido y tan lejano”. Luego de bajarnos una grapamiel que estaba “fuerte como lechazo de gorila”, la Murga decidió inmiscuirse en el Festival que no nos estaba esperando, pero que si nos iba a tener que bancar. La actuación en dicho festival puede definirse con sólo dos palabras: “Unde sastre”. Para muchos no desfinamos tanto, para otros demasiado, se pudo observar a un Sangui más enfermo que nunca, haciendo que la gente al mismo tiempo que hacía chilenas de la risa se preguntara cuál será el grado máximo de enfermedad que una persona puede alcanzar. Pasemos al día sábado. Cambiamos de día pero no de calidad de actuación ya que la cosa fue de mal en peor en el mencionado día. 16:30 y el Macromercado eran el horario y el punto de encuentro acordado para luego ir a desafinar un rato a un lugar clásico para nuestra murga: La plaza de deportes Nº 12, en donde cada año, al llegar el “Día del Patrimonio”, se realiza una fiesta en la que hay de todo… desde divinas Bailarinas de Flamenco, hasta Murgas de alto nivel (cric cric, cric cric). Debido a diversos motivos que no vamos a explayar, el plantel de D.T.A se vio reducido a nueve miembros, de los cuales sólo cantamos seis, sin olvidarnos de que nuestro Director dejó su principal labor para tocar el redoblante. En lugar de cantar la Presentación de este año, se creyó que era más pertinente cantar “Murga es el imán fraterno”. Pa’ que. Todo iba bien hasta que llegó el turno de que los primos bajos dijeran un verso habitualmente dicho por los sobreprimos: “ebrias de luuuuuuz”. Está claro que este verso debe de decirse con una agudeza de tonos que se ve no tuvieron en cuenta ni Fernando, ni Mauricio, ni mucho menos La Gaby. Siendo esta última la que se tragó el micrófono para decir el verso en un tono tan suave y sin ganas que no se pudo escuchar. Esto hizo tentar al Gordo Daniel y después de ahí salió todo para el orto. Al final de todo este artículo ustedes podrán comprobar la carencia de oído de los organizadores de este evento. A la murga no le bastó con arruinar un evento, fue por más. Se presentó en una cosa que todavía no logro poder describir, lo que sé es que era en La Teja, y que fue algo organizado por la escuela en la que Nicolás Cáceres es maestro. A los nueve que éramos en el lugar anterior, se le sumaron Daniela, Ximena y Agustín, esto último posibilitó (gracias a Dios y a la Virgen de Los Porotos) que Nicolás volviese al lugar del cual nunca debió haber salido. Cuando entramos al lugar ubicado en Real y José Mármol (¿?¿?) pensé que estábamos en la altura de La Paz, o en algún Spa o Sauna, ya que para ser clarito: Sudaba el huevón. Pero no fue esto lo rescatable de la tarde en La Teja. Cuando estábamos llegando al escenario donde cantaríamos (aquí no cantamos tan mal), veíamos miles de niños (llegué a contar 1031, lo que me hizo deducir que lo único que hacen en La Teja es garchar a lo loco) que se abalanzaban sobre el cuerpo de Nicolás, y como veían que él resistía fueron a llamar a otros niños. Fue en ese ambiente fervoroso que nos dispusimos a cantar. Ya arriba del escenario, sólo quedaba arrancar con nuestra Presentación, por eso Nico nos pasó los tonos y cuando todo estaba listo para que iniciemos nuestro show, un puñado de niños comenzó a gritar, hasta que se hizo un grito generalizado, la siguiente frase: “Maestro Nicolás, maestro Nicolás”. Esto nos hizo cagar de la risa en un principio, pero después nos motivó a pensar en Nicolás, cual si fuera Mahoma o El Papa Ratzinger (que no es nada de Kim Basinger) o Cacho de la Cruz. Fue tal la ovación recibida por esta especie de nuevo Semi-Dios que no vimos obligados esperar que el clima se apacigüe un poco antes de arrancar. Luego de esto cantamos la Presenta (a falta de Martín con su silbato, Ximena hizo de pito) y cuando terminamos de hacer esto, ya nos sentíamos los Piñones Fijos, los Flavias Palmieros o los Michaels Jacksons de la Movida Joven, ya que antes de cada canción que cantábamos, arengábamos a los pibes a que efectuaran su rezo de devoción ante su Sensei (aguante la Rata Splinter): El Maestro Nicolás. Luego de salir de ahí, nos quedaba una última actuación: Festival de La Boleadora en la Asociación Cristiana Femenina (A.C.F. cuatro: corta la gripe).
Ahí si que estábamos la mayoría de la gente, pero no mejoramos en canto, si no más bien empeoramos. La nota jocosa estuvo cuando terminó el Festival. Tanto Burkin como el Sangui, confesaron no haberse reído tanto alguna otra vez. La música de Machito Ponce sonaba en el equipo de música, y gente de nuestra murga sumada a gente de otra Murga Joven (aplausos, bombos y platillos), léase “Tate Quieto”, coparon la pista de baile realizando el clásico “trencito” como forma de romper el hielo. Este trencito selló una amistad que perdurará por quien sabe cuánto tiempo. Pero no fue por esto que tanto Diego como Gonzalo se descostillaron tanto de la risa. Lo que motivó dicho descostille fue el sagaz, punzante, ramero, locuaz, tortugal, inadmisible, satírico, valiente, cremoso, esponjoso, y gaytorade baile de Danielito, que causó estragos en todos los presentes en el bailongo. Su cadereo envidiado por cualquier bailadora de caño, sumado a su destreza para cogotear, añadido al giro característico elogiado por sus allegados y temido por quienes desconocen de su existencia, hacen de Danielito, un bailarín insaciable, nada estupefacto a la hora de mostrar sus dotes. Al terminar el baile, ambas murgas se quedaron afuera cantando canciones de todo tipo haciendo, una especie de hermandad murguera sólo comparable con los lazos que unen al Maestro Nicolás con sus adeptos los alumnos. He aquí los versos de la canción más cantada de la noche:
“Y la paso bien, y me gusta un montón
porque en la variedad está la diversión”.
Vaaaamo Tate Quieto.



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